Tres aprendizajes que me han cambiado la vida: Parte II

Aprendizajes MAT - PReciada Azancot

22 dic 2025

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Artículo originalmente publicado en nuestro Substack. Suscríbete y recibirás artículos similares en tu buzón de correo.

Hace un par de semanas, en el post titulado “Tres aprendizajes que me han cambiado la vida (y mis relaciones)”, una persona dejó un comentario pidiéndome ejemplos concretos de cada uno de los puntos que compartí.

La verdad, me hace muchísima ilusión leeros y recibir vuestros comentarios. Así que, para agradeceros esa cercanía y seguir alimentando este espacio de intercambio, hoy quiero cumplir con esa petición con todo el cariño.

¡Allá van!

1)No corregir (cuando no te lo han pedido)

Aquí hay varias ejemplos cotidianos que me han pasado y es posible que os pasen:

  1. Relación madre-hijo: Una madre que corrige a su hijo adulto sobre cómo educar a sus hijos, cómo limpiar la casa, cómo “debería” hacer las cosas. (Ejemplo además compartido por ESPERANZA DE PABLO en uno de los comentarios)

Esta corrección lo que consigue es distanciar la relación y que el hijo no quiera ver o visitar tanto a su madre. En cambio, si la madre acepta el camino que ha escogido su hijo adulto y simplemente acompaña a su hijo con amor en aquello que él le pida, conseguirá una relación mucho más cercana.

  1. Relación de pareja: Tu pareja fuma, y tu quieres que “cambie” y deje de fumar. Lo hablas en una conversación para ver si quiere dejarlo. Tu pareja te dice que lo quiere dejar, pero que le resulta complicado.

Pasa el tiempo, y no consigue hacerlo, le cuesta, hay algo en su interior que le impide conseguirlo. Es como si el tabaco “le salvara”. Ahí es cuando, si le amas, si quieres cuidar y conservar la relación “No corrijas” no insistas en que tiene que cambiar, en cambio, pon comprensión, amor y escucha.

Cuando correjimos, nos distanciamos de la persona. Esa persona se siente juzgada y deja de sentirse amada tal y como es. Eso le provoca más ansiedad y necesitará aún más de “su salvación” o de aquel comportamiento que quiera corregir.

Es dificil de entender, pero cuanto más corrijamos, más lejos estaremos de corregir.

  1. Relación con un compañero de trabajo: Tienes un compañero que acaba de hacer una exposición sobre un tema que tu conoces mucho. Te das cuenta de que durante la presentación esa persona dice algo que no es correcto, ha cometido un error.

Podrías pensar que “ser buena persona” es ir y decírselo, pero si él no te lo ha pedido, no debes ir y corregirle. Lo único que consigues es alejarte de tu compañero para “tener razón”. En cambio, si no le dices nada y simplemente eres experto/a en ese tema, es probable que se acerque y te pregunte ¿Cómo lo has visto?¿Crees que puedo mejorar en algo? ¡Entonces sí! Puedes comentarle y corregirle lo que quieras, por una sencilla razón: él está totalmente preparado para escucharte. El que no pregunta, no está preparado para escuchar correcciones.

2) No intervenir

Hay situaciones que nos gustaría que fueran de otra manera y es entonces cuando entramos en una “lucha” para solucionar la situación.

En este caso, lo que la vida me han enseñado es que esa “lucha” nos quita demasiada paz y hay que pensar muy bien lo de “intervenir”.

Ejemplos:

  1. Situación en la oficina: Hay un jefe que ha sido injusto con uno de los empleados. Tu te enteras y justo ese empleado es amigo tuyo. Consideras que esa injusticia no se puede volver a dar y decides ir a Recursos Humanos a “luchar por hacer justicia”.

En este caso, la situación no va contigo, tu compañero no te ha pedido intervenir y la responsable de Recursos Humanos puede pensar algo de tí que quizás no es. Además esa noche duermes regular porque no sabes cómo acabará la cosa y puede que el jefe se ponga en tu contra.

Conclusión: Tienes mucho que perder y si la situación se ha dado así, tendrá sus motivos. Meternos en la “lucha” no es una buena elección. Intentemos comprender ambas partes y simplemente con ser honestos con nosotros mismos y con los demás, estaremos haciendo nuestra parte.

  1. Situación con una amiga: En tu trabajo ha salido una vacante y tienes una amiga que está en el paro. La llamas y se lo comentas para intentar que entre en el puesto. Luego intentas convencer al entrevistador de que es una gran persona y profesional. Durante todo el proceso intervienes e insistes.

En esta situación, si nuestra amiga no nos ha pedido trabajo o no nos ha preguntado por posibles vacantes, por lo general, es porque no se ha dado de forma orgánica.

Si decides intervenir por que de verdad te preocupa, y no por hacer de salvadora para que te quiera, está bien. Eso sí, no insitas o no intervengas durante el proceso, las cosas deben seguir su curso sin forzar. Si no sale, es poque no tenía que salir. A veces pensamos que la salvación de una persona está en esas cosas, pero no conocemos qué es lo que realmente debe “salvar” a esa persona.

3. No juzgar (ni siquiera a quienes crees conocer)

Este punto creo que en general es el que más conocermos todos y probablemente tenemos más claros.

Aquí más que ejemplos quiero hacer una pequeña reflexión:

  • Nunca sabemos qué hay detrás de cada persona que conocemos un poco. No sabemos su pasado, su historia y tampoco lo que ocurre cuando esa persona llega a su casa. Hay realidades muy duras y debemos ser conscientes de lo que ignoramos por completo.

  • Otro punto es de las personas que sí conconocemos, como nuestros padres. Hemos crecido con ellos y hemos pasado infinidad de momentos juntos, pero te diré una cosa; No conocemos sus adentros más profundos, sus vivencias más dolorosas de la infancia, sus heridas más profundas, sus complejos, sus deseos más internos, los pensamientos que tienen en su día a día, sus ansiedades…No conocemos a nuestros padres de verdad y tampoco a nuestros hermanos. Las personas somos infinitas, así que, no juzguemos a absolutamente nadie.

Dicho esto, creo que es imposible no hacerlo, pero si cuando nos descubrimos juzgando, nos perdonamos a nosotros mismos, esa rabia falsa interna desaparecerá y estaremos de nuevo en paz.

Espero que estos ejemplos hayan ayudado a clarificar un poco los 3 aprendizajes y os animo a que los probéis y me comentéis los resultados.

¡Os leo!

Mil gracias por estar ahí detrás.

Abrazo,

María.


Artículo originalmente publicado en nuestro Substack. Suscríbete y recibirás artículos en tu buzón de correo.

Inspirado en la obra y el legado de Preciada Azancot (1943–2017), creadora del MAT, ciencia del ser humano.
“Cuando respetamos nuestras emociones auténticas, florece lo mejor de nosotros.”

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Hace un par de semanas, en el post titulado “Tres aprendizajes que me han cambiado la vida (y mis relaciones)”, una persona dejó un comentario pidiéndome ejemplos concretos de cada uno de los puntos que compartí.

La verdad, me hace muchísima ilusión leeros y recibir vuestros comentarios. Así que, para agradeceros esa cercanía y seguir alimentando este espacio de intercambio, hoy quiero cumplir con esa petición con todo el cariño.

¡Allá van!

1)No corregir (cuando no te lo han pedido)

Aquí hay varias ejemplos cotidianos que me han pasado y es posible que os pasen:

  1. Relación madre-hijo: Una madre que corrige a su hijo adulto sobre cómo educar a sus hijos, cómo limpiar la casa, cómo “debería” hacer las cosas. (Ejemplo además compartido por ESPERANZA DE PABLO en uno de los comentarios)

Esta corrección lo que consigue es distanciar la relación y que el hijo no quiera ver o visitar tanto a su madre. En cambio, si la madre acepta el camino que ha escogido su hijo adulto y simplemente acompaña a su hijo con amor en aquello que él le pida, conseguirá una relación mucho más cercana.

  1. Relación de pareja: Tu pareja fuma, y tu quieres que “cambie” y deje de fumar. Lo hablas en una conversación para ver si quiere dejarlo. Tu pareja te dice que lo quiere dejar, pero que le resulta complicado.

Pasa el tiempo, y no consigue hacerlo, le cuesta, hay algo en su interior que le impide conseguirlo. Es como si el tabaco “le salvara”. Ahí es cuando, si le amas, si quieres cuidar y conservar la relación “No corrijas” no insistas en que tiene que cambiar, en cambio, pon comprensión, amor y escucha.

Cuando correjimos, nos distanciamos de la persona. Esa persona se siente juzgada y deja de sentirse amada tal y como es. Eso le provoca más ansiedad y necesitará aún más de “su salvación” o de aquel comportamiento que quiera corregir.

Es dificil de entender, pero cuanto más corrijamos, más lejos estaremos de corregir.

  1. Relación con un compañero de trabajo: Tienes un compañero que acaba de hacer una exposición sobre un tema que tu conoces mucho. Te das cuenta de que durante la presentación esa persona dice algo que no es correcto, ha cometido un error.

Podrías pensar que “ser buena persona” es ir y decírselo, pero si él no te lo ha pedido, no debes ir y corregirle. Lo único que consigues es alejarte de tu compañero para “tener razón”. En cambio, si no le dices nada y simplemente eres experto/a en ese tema, es probable que se acerque y te pregunte ¿Cómo lo has visto?¿Crees que puedo mejorar en algo? ¡Entonces sí! Puedes comentarle y corregirle lo que quieras, por una sencilla razón: él está totalmente preparado para escucharte. El que no pregunta, no está preparado para escuchar correcciones.

2) No intervenir

Hay situaciones que nos gustaría que fueran de otra manera y es entonces cuando entramos en una “lucha” para solucionar la situación.

En este caso, lo que la vida me han enseñado es que esa “lucha” nos quita demasiada paz y hay que pensar muy bien lo de “intervenir”.

Ejemplos:

  1. Situación en la oficina: Hay un jefe que ha sido injusto con uno de los empleados. Tu te enteras y justo ese empleado es amigo tuyo. Consideras que esa injusticia no se puede volver a dar y decides ir a Recursos Humanos a “luchar por hacer justicia”.

En este caso, la situación no va contigo, tu compañero no te ha pedido intervenir y la responsable de Recursos Humanos puede pensar algo de tí que quizás no es. Además esa noche duermes regular porque no sabes cómo acabará la cosa y puede que el jefe se ponga en tu contra.

Conclusión: Tienes mucho que perder y si la situación se ha dado así, tendrá sus motivos. Meternos en la “lucha” no es una buena elección. Intentemos comprender ambas partes y simplemente con ser honestos con nosotros mismos y con los demás, estaremos haciendo nuestra parte.

  1. Situación con una amiga: En tu trabajo ha salido una vacante y tienes una amiga que está en el paro. La llamas y se lo comentas para intentar que entre en el puesto. Luego intentas convencer al entrevistador de que es una gran persona y profesional. Durante todo el proceso intervienes e insistes.

En esta situación, si nuestra amiga no nos ha pedido trabajo o no nos ha preguntado por posibles vacantes, por lo general, es porque no se ha dado de forma orgánica.

Si decides intervenir por que de verdad te preocupa, y no por hacer de salvadora para que te quiera, está bien. Eso sí, no insitas o no intervengas durante el proceso, las cosas deben seguir su curso sin forzar. Si no sale, es poque no tenía que salir. A veces pensamos que la salvación de una persona está en esas cosas, pero no conocemos qué es lo que realmente debe “salvar” a esa persona.

3. No juzgar (ni siquiera a quienes crees conocer)

Este punto creo que en general es el que más conocermos todos y probablemente tenemos más claros.

Aquí más que ejemplos quiero hacer una pequeña reflexión:

  • Nunca sabemos qué hay detrás de cada persona que conocemos un poco. No sabemos su pasado, su historia y tampoco lo que ocurre cuando esa persona llega a su casa. Hay realidades muy duras y debemos ser conscientes de lo que ignoramos por completo.

  • Otro punto es de las personas que sí conconocemos, como nuestros padres. Hemos crecido con ellos y hemos pasado infinidad de momentos juntos, pero te diré una cosa; No conocemos sus adentros más profundos, sus vivencias más dolorosas de la infancia, sus heridas más profundas, sus complejos, sus deseos más internos, los pensamientos que tienen en su día a día, sus ansiedades…No conocemos a nuestros padres de verdad y tampoco a nuestros hermanos. Las personas somos infinitas, así que, no juzguemos a absolutamente nadie.

Dicho esto, creo que es imposible no hacerlo, pero si cuando nos descubrimos juzgando, nos perdonamos a nosotros mismos, esa rabia falsa interna desaparecerá y estaremos de nuevo en paz.

Espero que estos ejemplos hayan ayudado a clarificar un poco los 3 aprendizajes y os animo a que los probéis y me comentéis los resultados.

¡Os leo!

Mil gracias por estar ahí detrás.

Abrazo,

María.


Artículo originalmente publicado en nuestro Substack. Suscríbete y recibirás artículos en tu buzón de correo.

Inspirado en la obra y el legado de Preciada Azancot (1943–2017), creadora del MAT, ciencia del ser humano.
“Cuando respetamos nuestras emociones auténticas, florece lo mejor de nosotros.”

Artículo originalmente publicado en nuestro Substack. Suscríbete y recibirás artículos similares en tu buzón de correo.

Hace un par de semanas, en el post titulado “Tres aprendizajes que me han cambiado la vida (y mis relaciones)”, una persona dejó un comentario pidiéndome ejemplos concretos de cada uno de los puntos que compartí.

La verdad, me hace muchísima ilusión leeros y recibir vuestros comentarios. Así que, para agradeceros esa cercanía y seguir alimentando este espacio de intercambio, hoy quiero cumplir con esa petición con todo el cariño.

¡Allá van!

1)No corregir (cuando no te lo han pedido)

Aquí hay varias ejemplos cotidianos que me han pasado y es posible que os pasen:

  1. Relación madre-hijo: Una madre que corrige a su hijo adulto sobre cómo educar a sus hijos, cómo limpiar la casa, cómo “debería” hacer las cosas. (Ejemplo además compartido por ESPERANZA DE PABLO en uno de los comentarios)

Esta corrección lo que consigue es distanciar la relación y que el hijo no quiera ver o visitar tanto a su madre. En cambio, si la madre acepta el camino que ha escogido su hijo adulto y simplemente acompaña a su hijo con amor en aquello que él le pida, conseguirá una relación mucho más cercana.

  1. Relación de pareja: Tu pareja fuma, y tu quieres que “cambie” y deje de fumar. Lo hablas en una conversación para ver si quiere dejarlo. Tu pareja te dice que lo quiere dejar, pero que le resulta complicado.

Pasa el tiempo, y no consigue hacerlo, le cuesta, hay algo en su interior que le impide conseguirlo. Es como si el tabaco “le salvara”. Ahí es cuando, si le amas, si quieres cuidar y conservar la relación “No corrijas” no insistas en que tiene que cambiar, en cambio, pon comprensión, amor y escucha.

Cuando correjimos, nos distanciamos de la persona. Esa persona se siente juzgada y deja de sentirse amada tal y como es. Eso le provoca más ansiedad y necesitará aún más de “su salvación” o de aquel comportamiento que quiera corregir.

Es dificil de entender, pero cuanto más corrijamos, más lejos estaremos de corregir.

  1. Relación con un compañero de trabajo: Tienes un compañero que acaba de hacer una exposición sobre un tema que tu conoces mucho. Te das cuenta de que durante la presentación esa persona dice algo que no es correcto, ha cometido un error.

Podrías pensar que “ser buena persona” es ir y decírselo, pero si él no te lo ha pedido, no debes ir y corregirle. Lo único que consigues es alejarte de tu compañero para “tener razón”. En cambio, si no le dices nada y simplemente eres experto/a en ese tema, es probable que se acerque y te pregunte ¿Cómo lo has visto?¿Crees que puedo mejorar en algo? ¡Entonces sí! Puedes comentarle y corregirle lo que quieras, por una sencilla razón: él está totalmente preparado para escucharte. El que no pregunta, no está preparado para escuchar correcciones.

2) No intervenir

Hay situaciones que nos gustaría que fueran de otra manera y es entonces cuando entramos en una “lucha” para solucionar la situación.

En este caso, lo que la vida me han enseñado es que esa “lucha” nos quita demasiada paz y hay que pensar muy bien lo de “intervenir”.

Ejemplos:

  1. Situación en la oficina: Hay un jefe que ha sido injusto con uno de los empleados. Tu te enteras y justo ese empleado es amigo tuyo. Consideras que esa injusticia no se puede volver a dar y decides ir a Recursos Humanos a “luchar por hacer justicia”.

En este caso, la situación no va contigo, tu compañero no te ha pedido intervenir y la responsable de Recursos Humanos puede pensar algo de tí que quizás no es. Además esa noche duermes regular porque no sabes cómo acabará la cosa y puede que el jefe se ponga en tu contra.

Conclusión: Tienes mucho que perder y si la situación se ha dado así, tendrá sus motivos. Meternos en la “lucha” no es una buena elección. Intentemos comprender ambas partes y simplemente con ser honestos con nosotros mismos y con los demás, estaremos haciendo nuestra parte.

  1. Situación con una amiga: En tu trabajo ha salido una vacante y tienes una amiga que está en el paro. La llamas y se lo comentas para intentar que entre en el puesto. Luego intentas convencer al entrevistador de que es una gran persona y profesional. Durante todo el proceso intervienes e insistes.

En esta situación, si nuestra amiga no nos ha pedido trabajo o no nos ha preguntado por posibles vacantes, por lo general, es porque no se ha dado de forma orgánica.

Si decides intervenir por que de verdad te preocupa, y no por hacer de salvadora para que te quiera, está bien. Eso sí, no insitas o no intervengas durante el proceso, las cosas deben seguir su curso sin forzar. Si no sale, es poque no tenía que salir. A veces pensamos que la salvación de una persona está en esas cosas, pero no conocemos qué es lo que realmente debe “salvar” a esa persona.

3. No juzgar (ni siquiera a quienes crees conocer)

Este punto creo que en general es el que más conocermos todos y probablemente tenemos más claros.

Aquí más que ejemplos quiero hacer una pequeña reflexión:

  • Nunca sabemos qué hay detrás de cada persona que conocemos un poco. No sabemos su pasado, su historia y tampoco lo que ocurre cuando esa persona llega a su casa. Hay realidades muy duras y debemos ser conscientes de lo que ignoramos por completo.

  • Otro punto es de las personas que sí conconocemos, como nuestros padres. Hemos crecido con ellos y hemos pasado infinidad de momentos juntos, pero te diré una cosa; No conocemos sus adentros más profundos, sus vivencias más dolorosas de la infancia, sus heridas más profundas, sus complejos, sus deseos más internos, los pensamientos que tienen en su día a día, sus ansiedades…No conocemos a nuestros padres de verdad y tampoco a nuestros hermanos. Las personas somos infinitas, así que, no juzguemos a absolutamente nadie.

Dicho esto, creo que es imposible no hacerlo, pero si cuando nos descubrimos juzgando, nos perdonamos a nosotros mismos, esa rabia falsa interna desaparecerá y estaremos de nuevo en paz.

Espero que estos ejemplos hayan ayudado a clarificar un poco los 3 aprendizajes y os animo a que los probéis y me comentéis los resultados.

¡Os leo!

Mil gracias por estar ahí detrás.

Abrazo,

María.


Artículo originalmente publicado en nuestro Substack. Suscríbete y recibirás artículos en tu buzón de correo.

Inspirado en la obra y el legado de Preciada Azancot (1943–2017), creadora del MAT, ciencia del ser humano.
“Cuando respetamos nuestras emociones auténticas, florece lo mejor de nosotros.”

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